POR TOÑO MACHORRO
Es sábado por la tarde y cada vez me resulta más difícil encontrar un buen lugar donde comer, siempre hago caso a las orientaciones de amigos y conocidos que no reparan en recomendar un sitio nuevo, bien dicen que si te gusta un lugar lo recomiendas mínimo a 8 personas, y en el caso contrario de nos gustarte, das malas referencias al doble de personas. Desafortunadamente en esta ocasión no hay muchas recomendaciones, así que la decisión es visitar un lugar garantizado, y en este peculiar sábado se antoja una comida típica, tacos sería una buena opción.
Nunca imagine que hoy experimentaría un viaje a través del tiempo, un viaje lleno de sensaciones, recuerdos, melancolía y algunas lágrimas. Tacos de carnitas una extraordinaria elección, mi restaurante favorito de carnitas se encuentra ubicado en Morelia y es una lugar nada ostentoso que luce como una cabaña un tanto obscura; la botana al centro es buenísima, salsa de chicharrón casi tan buena como la que hace mi madre, un guacamole perfecto, salsa pico de gallo y totopos… Ufff podría quedar satisfecho solo con esto.
Las carnitas que se sirven en este lugar son de gran tradición y los dueños guardan celosamente la manera de prepararlas, el lugar es atendido por la misma familia quienes siempre muy sonrientemente reciben a los comensales, el servicio es bueno y la comida maravillosa.
– Yo quiero dos tacos de maciza con cueritos y un refresco de mandarina por favor.
Mi compañero de esa tarde pidió lo mismo y en una plática muy amena disfrutamos de los tacos de carnitas más ricos. La gran experiencia llego al momento de pedir el postre.
–Joven disculpe que tiene de postres, fue mi pregunta al terminar los tacos.
-Tenemos jericallas, y flan napolitano.
Nuca he sido muy fan de las jericallas tengo que reconocerlo, ya que es un postre que a mi gusto sabe mucho a huevo, en cambio el flan napolitano es uno de mis postres predilectos pues mi madre solía sorprendernos a mis hermanos y a mí de vez en cuando preparando el más extraordinario flan napolitano que he degustado, ni la más sofisticada creme brulée que alguna vez comí en Little Italy en NY podría superarlo.
Llego el flan humeaba un poco, pues estaba recién salido del horno, cogí la cuchara y tome el primer bocado, la textura única de este postre era sorprendente, miles de burbujitas se abrían paso a través de las paredes del postre y un espejo de caramelo enmarcaba su perfección.
El primer bocado erizo mi piel y en un precipitado flash back regrese años atrás y reviví a mi madre ataviada con mandil a cuadros sacando de aquella estufa verde ese flan del que les hablo, los momentos felices de la infancia invadieron sin aviso el espacio del restaurante en donde me hallaba y se apoderaron de mi razón y sensatez, bocado tras bocado experimente y reviví toda una época, hice viajar a través del tiempo a lo seres que más amo, la química de mi cuerpo cambio, se nutrío y se armonizo en un amalgama perfecta. Un perfecto flan napolitano como aquel que hace mi madre causo un revuelo total en mí.
Ese es el verdadero poder de la comida. No olviden las sabias palabras de Virginia Woolf “No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien si no se ha comido bien” ,así que ……..A comer bien! Escríbenos dechilemoleyguacamole@hotmail.com